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Fecha de Publicación: 30 de Marzode 2021

La voluntad de oro de las mujeres mineras en Sudamérica

Fotografía: GIRH-TDPS

En Perú, Bolivia, Colombia y Ecuador, las mujeres trabajan día a día por una minería de oro artesanal y de pequeña escala más responsable con sus derechos y el cuidado del ambiente

Cuando hace seis años se incendió el centro poblado minero Cuatro Horas, en Perú, alrededor de 1,000 personas perdieron sus enseres, debido a que la rápida propagación del fuego consumió sus casas hechas de cartón y esteras.

“Nos quedamos solo con nuestra ropa”, recordó María Elena Reyes Rodríguez, presidenta de la Asociación de Seleccionadoras de Mineral de Cuatro Horas, fundada en 2004 y reconocida por la Superintendencia Nacional de Registros Públicos. Esta asociación agrupa a 150 mujeres que transforman sus vidas desde la tarea más dura en la minería: extraer el oro que queda en las rocas de las operaciones mineras más grandes. Precisamente, esa capacidad de organización por la que ya habían conformado su propia directiva permitió que las familias rápidamente recuperen lo perdido en el incendio.

Mujeres que saben de resilencia

En Ecuador, las mujeres de la Asociación de Jancheras Unión y Progreso (AJUP), también seleccionan el mineral de los desmontes. Lo hacen a pesar de que aún no han logrado reconocimiento legal y persiste el mito de que “cuando una mujer ingresa a la mina, la veta se esconde”.

“Las mujeres trabajamos directamente en las escombreras; expuestas al sol y a la lluvia, un ambiente muy agresivo. Somos un grupo bastante grande, a veces nos volteamos y nos caen las piedras; es un riesgo y un gran problema”, relató en el encuentro Magdalena Rodríguez, representante de AJUP, del Cantón Ponce Enríquez.

Programa Nacional para la Gestión Ambientalmente Adecuada de Sustancias Químicas de Ecuador

Desde la creación de la asociación, en 2012, estas mujeres han demostrado que saben de resiliencia y reinventarse ante las crisis. Así, por ejemplo en la pandemia lideraron huertos familiares donde sembraron hortalizas y criaron pollos de campo, garantizando la alimentación e ingresos para más de 20 familias. Su próxima meta es lograr mayor reconocimiento legal para tener redes de apoyo mucho más fuertes y expandirlas a nivel nacional y regional.

Rumbo a la formalización

En Colombia, la Fundación Atabaque viene construyendo acciones para poner en valor las tradiciones y saberes ancestrales de la MAPE. “Desde nuestro nacimiento, hace ocho años, como organización social venimos acompañando unas zonas mineras de tradición, disputadas por la presencia de conflicto y grupos armados ilegales, así como diversos intereses en tensión, en medio de actividades extractivas y de recursos ecosistémicos de protección ambiental”, comentó su representante, Isabel Blandon.

Mineras Artesanales, Cértegui, Chocó, Colombia. Foto Fundación Atabaque

La experta destacó la norma minera en su país, que incluye lineamientos para la formalización y está dirigida a considerar a la pequeña minería como áreas de reserva especial. “Nuestro propósito lo logramos cada día a través de acciones educativas y de la sensibilización permanente en y para un sector minero responsable social y ambientalmente”.

En Bolivia, en el año 2000, en la pequeña comunidad minera Iroco, de Oruro, un grupo de mujeres que trabajaba en el sector minero de pequeña escala de plomo, estaño y plata, conformó la Red Nacional de Mujeres y Minería. La coordinadora, y a la vez directora ejecutiva, de la empresa Cumbre del Sajama, Ana María Araníbar, explicó que atender las demandas y necesidades de las mujeres de este sector fue el propósito de esta red, la cual incluye al comité nacional de amas de casa y las esposas de los mineros.

Araníbar recalcó el problema común en Latinoamérica para las mujeres mineras es el “marcado machismo en el sector” que limita su participación. “Estamos en esa lucha, tratando de consolidar esa visión a nivel nacional que permita empoderar a las mujeres mineras para el ejercicio de su derecho, la visibilización de su trabajo y su aporte a la economía familiar”.

Encuentro Red Nacional de Mujeres Mineras de Bolivia

Sus experiencias fueron expuestas en enero pasado en un taller virtual de intercambio sobre la MAPE responsable, que organizó el Ministerio del Ambiente de Perú y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), a través de sus iniciativas planetGOLD Perú y GIRH-TDPS, y la Dirección Regional de Energía y Minas de Puno.

Iniciativas de empoderamiento

La iniciativa planetGOLD Perú, implementada por el gobierno peruano con la asistencia técnica del PNUD, busca reducir las emisiones y liberaciones del mercurio en la MAPE con la promoción de prácticas responsables en las comunidades mineras. En este sentido, el proyecto desarrollará e implementará un Plan de Acción de Género para este sector minero que permita disminuir las desigualdades entre hombres y mujeres.

Por otra parte, a través del proyecto GIRH-TDPS, implementado por los gobiernos de Perú y Bolivia con asistencia técnica del PNUD, se lleva a cabo un piloto para el desarrollo de tecnologías limpias y mejores prácticas en la MAPE que optimicen el proceso productivo y reduzcan las emisiones de mercurio al ambiente. De esta manera, ambas iniciativas del PNUD buscan acortar la cadena de suministro de oro, al organizar a las comunidades mineras, empoderar a las mujeres, y fortalecer la posición de las cooperativas del sector en sus negociaciones directas con los compradores finales.

Las experiencias compartidas en el encuentro virtual dan cuenta de que la MAPE es el sector minero donde la situación de las mujeres es más precaria. Pero como la presidenta ejecutiva de Redes de Desarrollo Social de Perú, Olinda Orozco, dijo en la sesión: “hay un proceso evolutivo que viene de la invisibilidad a la visibilidad del trabajo de las mujeres, tanto al interior de las comunidades mineras artesanales de la sociedad como del propio Estado”. Este es un desafío que las mujeres mineras han propiciado, mientras que las organizaciones que las apoyan han conducido el proceso, pues hace poco más de una década no se conocía su trabajo en el sector.

Es un camino sin retorno, una evolución ondulante que a veces se posiciona y otras veces cae; en el cual el PNUD sigue trabajando para fortalecer y visibilizar el trabajo de estas valerosas mujeres.

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